Para comprender la neuromodulación primero hay que entender que es el SNV, este sistema es un gran jefe de orquesta de una parte importante de los sucesos que ocurren en nuestro cuerpo. Activar, aumentar o reducir tareas según las necesidades del individuo tales como actividad pulmonar, intestino, vejiga o corazón. Está compuesto por dos sistemas, el simpático, que es aquel relacionado con el peligro, correr delante de un león, el estrés. Y por otro lado, el parasimpático, que entra en acción cuando el peligro ha pasado, nos devuelve a la calma, la relajación. Ambos sistemas deben complementarse, aunque con el ritmo de vida actual es habitual encontrar desajustes en estos sistemas que se traducen en problemas de sueño, concentración, cansancio, migrañas, rendimiento, vejiga hiperactiva, entre otros.

La neuromodulación no invasiva es un tratamiento percutáneo basado en corrientes eléctricas débiles o de baja intensidad, que llamaremos microcorrientes. Se colocan varios electrodos a lo largo del cuerpo, más un direccionador que cierra el circuito eléctrico.

Se genera una ola de microcorrientes que tienen como objetivo reactivar por completo el sistema nervioso autónomo. Logra un reequilibrio del sistema nervioso vegetativo.

El paciente no siente nada. De hecho, el profesional no tiene que estar junto a la persona para nada. Así de seguro y tranquilo es.

Para finalizar, debes tener claro que la neuromodulación no invasiva es un tratamiento que brinda resultados duraderos, estables y sostenibles, a mediano plazo. No encontrarás resultados inmediatos con la neuromodulación no invasiva

Se trabaja con bonos de diez sesiones, pues según los estudios, se requiere un mínimo de ocho-diez sesiones para conseguir el efecto necesario en el SNV. Estas sesiones se podrán ampliar según la gravedad del cuadro que presente el paciente.